Quantcast
Channel: en minúsculas
Viewing all articles
Browse latest Browse all 111

Cuando amamantar es un placer...

$
0
0

A mis dos amores.




Son las 9:30 de la mañana, mi hija de 30 meses recorre el pasillo al grito de “ya ha despertado yo, mamaaaaaá, a tomar tetita”, oigo sus pasos diminutos y me acerco a abrazarla con una sonrisa “¿has dormido bien, piluchi?”, “a tomar tetita” responde con una enorme sonrisa en el rostro, “mucha, mucha tetita, mami, las dos tetitas”.

Ella no sabe que lleva unos 45 minutos de teta en teta en la cama mientras disfruta de su último sueño. Hace un rato que yo la miro enamorada, miro con que pasión y entrega mama dormida, y siento lo mismo que cada día, que sigue valiendo la pena amamantarla a diario, que nos sigue valiendo la pena a ambas, porque dar de mamar es tan hermoso.

Tomar tetita es sin duda lo mejor del mundo para Zambra, quien cree que tod@s los niñ@s toman teta, casi todos los animales, ya le hemos explicado que algún@s niñ@s no, que los pollos no, pero ella insiste y una buena parte de los muñecos y dibujos animados…

Tomar tetita es parte de su imaginario, es parte de sus juegos, es parte de su lenguaje cada vez más amplio, es para ella algo tan cotidiano, tan generoso, que no duda en ofrecer el pecho restante a sus amigos o a sus muñecos.

También es algo a enseñar, a compartir (sí, mi hija ha comprendido ya con sus dos años y medio cosas que otros nunca verán, o eso o apunta maneras de “asesora”)  A veces me dice toda convencida que ella va al parque "a enseñar a tomar tetita".

Y entonces me miro a mí, mujer madura a punto de cumplir 40 años, enamorada de mi hija y mi maternidad, tal vez en la plenitud de mi vida como mujer y como madre, en uno de los momentos en el que mejor me siento con mi cuerpo... entonces me miro hacia dentro,  con mis fortalezas y mis partes vulnerables, me observo a la vez que continúo con la búsqueda sincera de mí misma... 

Y lo admito, es verdad, mis pechos ya no son lo que eran, han crecido varias tallas, han cedido un poco a la gravedad debido al peso, aunque siguen erguidos para los que lo dudan. Aún así lo admito, mis pechos ya no son lo que eran, son mucho más. Son refugio, calor, alimento, abrazo, consuelo, cariño. Son dadores de vida y eso los ha hecho ya por siempre generosos, cálidos, sagrados, mágicos.

Y entonces miro a mi hombre, a mi hombre convertido en padre, siempre tan respetuoso, que jamás ha dicho nada en contra de nuestra lactancia, que también es suya, porque ha contribuido a cuidarla día a día, que no tiene ni ha tenido celos de nuestra hija, porque también es suya y su proceso de enamoramiento de Zambra lleva un camino paralelo al nuestro, pero jamás opuesto. 

Miro a ese otro vértice del triángulo, a esa otra cara de nuestra lactancia, y lo veo feliz, y lo admito, un poco ha renunciado a mis pechos en favor de Zambra. Y eso, a mis ojos de mujer enamorada, a mis ojos de madre apasionada, le hace más hombre, más grande, le hace (entre otras muchas cosas) seguir siendo digno de ser mi compañero en el camino de la vida y en el de mis sueños que no son pocos.

Porque al final la vida es eso, un camino de elecciones diarias, un pequeño gran sueño cotidiano y una elige cómo y con quién lo transita, de quién se rodea, quién la acompaña…

Dar de mamar es y ha sido uno de los placeres más grandes de mi vida, tal vez el mayor, por eso me apetece susurrarlo a los cuatro vientos, incluso ahora que nuestra lactancia se ha vuelto más íntima.

Gracias amado mío, por el codo con codo en la lactancia... Gracias Zambra por este regalo diario que me das, que te doy, que nos damos... 

¡Jamás creí que fuera posible en algo tan íntimo tanta felicidad!


Myriam Moya Tena

Viewing all articles
Browse latest Browse all 111

Trending Articles